6 de enero de 2009

Cabalgata Reyes 2009 - Zaragoza

Vienen de muy lejos y solo una vez al año, pero son los únicos -o casi- capaces de hacer olvidar por un día los pesares personales en estos tiempos de apuros y traspiés. Por eso, una vez más, fueron miles los zaragozanos que ayer se volcaron en dar la bienvenida a Melchor, Gaspar y Baltasar. Niños y mayores que se lanzaron a las calles para disfrutar del encanto de una cabalgata que parecía sacada de un cuento de fantasía infantil.
Un cuento que se iniciaba a las 16.30, cuando Sus Majestades aterrizaban en la capital aragonesa, recién llegados de Oriente, a través de la telecabina Aramón de la Expo de Ranillas, que les dejó junto a la Torre del Agua.
Eran las 18.30 cuando el desfile daba comienzo y el recorrido hasta la Basílica del Pilar ya se encontraba flanqueado por miles de impacientes espectadores. Melchor abría la cabalgata, acompañado de una nutrida corte de músicos, bailarinas, comefuegos, ilusionistas, un gran elefante, un espectacular 'gong' gigante y el oro con destino al Portal de Belén.

El desfile continuaba, y las mayores aglomeraciones de gente se concentraban en la zona de la Puerta del Carmen, donde cientos de manos saludaban el paso del rey Gaspar. Sabios, percusionistas, malabaristas y saltimbanquis le acompañaban en el trayecto, todos ellos custodiados por la Guardia Real. Mientras tanto, los gritos de los más jóvenes no cesaban: "¡Aquí, aquí, Gaspar!", exclamaban amarrados a sus padres.
Tras su paso multitudinario por el Paseo de la Independencia, la comitiva que escoltaba a sus majestades -formada por 21 carrozas de todo tipo- giró a la izquierda para enfilar la calle de Alfonso I. Allí la explosión de color fue tremenda, con cientos de serpentinas volando que la gente que esperaba en los balcones trataba de coger. En el estrecho pasillo que formaba la multitud era aún más sencillo sentir la variedad de colores y hasta de exóticos olores que desprendía la cabalgata.

Al llegar al final de la calle de Alfonso I, en la plaza del Pilar, los Reyes Magos se bajaron de sus carrozas para entrar en el belén gigante instalado en la parada final de la cabalgata. Sus carrozas siguieron adelante, por lo que los niños que esperaban a la altura del Ayuntamiento vieron los carruajes de sus majestades vacíos. "No te preocupes, que seguro que no se han caído", comentaba una madre a su preocupada hija.
Sus majestades recorrieron el belén con las autoridades, encabezadas por el alcalde de Zaragoza, Juan Alberto Belloch y el Arzobispo de Zaragoza, Manuel Ureña. Como reza la historia, llegaron hasta el portal, guiados por una luminosa estrella. Acabaron su jornada en el Consistorio zaragozano. La noche que tenían por delante aún era larga.